OPINIÓN: Feminismo: ¿Vandalismo y desnudez?
- Fiera Cultural
- 26 nov 2018
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Me considero feminista desde hace más de cinco años, pero no lo fui de la noche a la mañana. Requirió un proceso largo de aprendizaje y deconstrucción, que todavía sigo. Sin embargo gracias a las marchas y actividades que hubo por el #25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, muchas personas tienen opiniones contrariadas.

Las marchas feministas han tenido siempre un toque diferente, si bien muchos medios las critican últimamente por la realización de actos como pintas, destrucción de propiedad y performance al desnudo. No puedo juzgar a quienes opinan mal de ésto, porque alguna vez también lo pensé, sin embargo puedo hablar del porqué es tolerado por mí (y por muchas personas).
DESNUDEZ: El cuerpo siempre ha sido un método de protesta, se ha utilizado por mucho tiempo por diversos grupos pero las mujeres han retomado ésta práctica. Las causas por las que el uso del desnudo para la protesta política feminista se hace tremendamente lícito bebe de las tres grandes cuestiones contra las que se posiciona el movimiento: dictadura, religión e industria del sexo.
Los cuerpos de las mujeres son puestos al servicio del sistema sin piedad, convirtiéndose en máquinas de explotación sexual, reproductiva, doméstica y laboral de los hombres. FEMEN es la rebelión, son las mujeres que dan la espalda a la dictadura y al dictador, al sistema patriarcal y al patriarca y su corte.
VANDALISMO: ¿Realmente lo es? Quizá lo más prudente es no hacer nada, pasar pacíficamente, pero se ha hecho tanto de manera pacífica y se ha resuelto tan poco que no es de extrañarse que las feministas hagan éstas cosas. Lo han hecho otros grupos, ¿porque siempre el foco lo tienen ellas? Además, ¿de verdad se puede pedir de manera amable que nos dejen de matar?
Este es un poema de Bernardita Ruffineli al respecto:
Te regalo una teta, la encontré en el camino, la lleva una feminista, y no tiene vestido.
Te pasaste la vida entera tratando de vernos las tetas, mirando a contraluz nuestra blusa en el colegio, mirando por el cerrojo de la puerta del camarín de chicas; pidiendo escotes a gritos, rezando por la moda de las transparencias; celebrando con locura el Whatsapp de tu liga de fútbol.
Te has pasado años poniéndoles nombres, una vida entera clasificando tetas y deseando tocarlas; las manoseas en mujeres un poco borrachas, las indicas desde lejos en la playa, vitoreas las poleras mojadas y te preguntas si se te va a parar la pichula en una playa nudista.
Pero hoy, que salen las tetas a marchar, sin pedirte permiso, hoy que se te entregan coronadas por una capucha carmesí, revolucionaria, combativa y poética; entonces ya no te gustan, de pronto ya no quieres verlas.
Sólo les gustan las tetas cuando se ponen a disposición de su placer. Si no, es innecesario, es vulgar, es incorrecto. No les gusta verlas amamantando, no les gusta verlas marchando. No les gustan las tetas si no están listas y dispuestas para sus pajas.
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